Capitulo 12 : El Sueño Americano
Unas horas antes de la muerte de el Mando, después de la pelea con Pedrito, Karina salió con sus cosas, se subió a su carro y se fue. Estaba tan metida en sus emociones que no se percató del auto blanco que se le había pegado desde que salió de casa. Se dirigió a casa de su tía, pero a medio camino decidió hablarle al Fler.
“¿Cómo estás?” preguntó por teléfono Karina.
“Bien, aquí ando con Don Robert haciendo unas vueltas, que show todo bien?” pregunto Fler.
“Más o menos, es que tenía ganas de platicar con alguien.” contestó Karina.
“Ahorita Don Robert me va a tirar en casa de El Neto, si quieres te miro ahí”
“Ok esta bien.” dijo Karina.
Siguió conduciendo hasta llegar a un semáforo.
“En cuanto pase esta calle le prendes las luces, allá adelante está más solo.” Indicó el oficial Bennet al conductor.
Cuando el semaforo cambio de color, Karina avanzo y a media calle escucho unas torretas. Por su retrovisor miro que un carro blanco le estaba prendiendo los estrobos e indicando que se detuviera. Se puso nerviosa y volvió a marcarle al Fler pero no pudo. Karina dejó caer el teléfono cuando miro una mano golpeando ligeramente la ventana como quien toca una puerta para que la abran.
“Buenos días señorita, ¿puede bajar del auto por favor?” indicó el policía Mexicano mientras el Oficial Bennet observaba desde el sentra blanco. Karina intentó contestar desde adentro del auto, pero el policía le abrió la puerta y respetuosamente le ordenó bajar. Todo esto mientras Fler escuchaba por teléfono. Una vez que Karina abrió la puerta, fue esposada y llevada hasta el sentra balnco donde la sentaron en la parte de atrás. El carro arrancó después de eso. Se dirigieron a unas oficinas que la DEA tenía en una casa confiscada por la Policía Judicial. El Oficial Bennet era un policía de 38 años recién divorciado. Tenía meses siguiendo a Pedrito y se sentía atraído por Karina. La belleza de la joven cautivaba a cualquiera. Y ella sabía jugar con eso. Ya estando en las oficinas, el Oficial Bennet intentó hacerla sentir cómoda.
“Gusta algo de tomar, tenemos café, agua, soda?” preguntó el oficial.
“No gracias, así estoy bien. Mejor dígame por qué estoy aquí, estoy arrestada?” contestó Karina.
“Creo que sabes perfectamente por qué estás aquí Karina. Esa relación con Pedrito no te va a dejar nada bueno.”
“Y con usted si?” preguntó Karina.
“Al menos viva y con libertad si.” dijo Bennet mientras se servía café.
“Lastima, que usted no es mi tipo” bromeo Karina.
“Divorciado?” preguntó Bennet.
“No, policía.” dijo Karina.
“Pensé que te gustaban casados, si sabes que Pedrito está casado, ¿no?. A su mujer le ofrecimos la misma oferta que te vamos a ofrecer a ti.”
“Los policías prometen mucho y cumplen muy poco. Si me lo están ofreciendo a mi es por que ella ya los rechazó supongo.”
“Tal vez has conocido a los policías equivocados.”
“Que me puedes ofrecer tú que no me han ofrecido antes?” pregunto Karina.
“Para empezar, libertad. ¿Conoces los Estados Unidos?” pregunto Bennet.
Karina soñaba con ir a Estados Unidos. Quería alejarse del ambiente en el que había crecido. Pensaba que tal vez alla encontraría una nueva vida, una que El Bordo no había podido darle.
“No, nunca he ido, no tengo visa para cruzar.” contestó Karina.
Bennet aprovechó este momento para lucirse. Necesitaba que Karina testificará en contra de Pedrito para poder procesar la extradición en caso de ser arrestado. Hasta ahorita nadie había mencionado a Pedrito en sus declaraciones pero Karina había sido testigo de los envíos de droga que Pedrito hacía desde El Bordo. Bennet tenía llamadas interceptadas de Pedrito hablando de negocios y admitiendo que estaba en compañía de Karina. Eso les serviría de mucho para lograr la extradición de Pedrito y tal vez para llevarsela a la cama también.
“¿Quieres conocer?” pregunto Bennet.
Karina intentó disimular su asombro a lo que Bennet le estaba ofreciendo.
“Conocer que?” contestó Karina aparentando que no sabía de qué hablaba.
“Estados Unidos, te puedo llevar a conocer.” dijo Bennet.
“Si me vas a llevar arrestada o a que testifique, no gracias, me espero a casarme con un gringo mejor.”
“Nada de eso, te quiero invitar a cenar, para que conozcas, tal vez te guste y te interesa quedarte allá.” dijo Bennet.
Karina por dentro estaba impresionada pero dudosa. Era una oferta muy buena para ser verdad. Bennet por fin le había ofrecido algo interesante.
“Y como me vas a cruzar según tu?”
“Jajaja soy de la DEA, tu dejame eso a mi.” dijo Bennet en tono prepotente.
Bennet ya había cruzado algunos testigos por la frontera, sabía que era fácil inventarle algo a sus jefes para poder llevar a Karina a Estados Unidos y poder ganarse su confianza.
“A ver, compruébalo.” dijo Karina en voz retadora.
Karina había dejado su celular en el carro, por eso aún no estaba al tanto de la muerte de El Mando. Ella y Bennet subieron al carro personal de Bennet y avanzaron rumbo a la frontera. Karina aunque nerviosa no lo mostraba. Al llegar a la caseta con el oficial de inmigracion, Bennet mostró su placa de la DEA y pasó al área de segunda revisión. Entró a las oficinas y unos 40 minutos más tarde salió. En ese momento Karina podía asegurar que sería arrestada. Por fin miro salir a Bennet. Se subió al carro y continuaron.
“Vez? Yo soy un policía que sí cumple.” le dijo Bennet con una sonrisa.
Se dirigieron hacia el centro de la ciudad, a un restaurante cerca de la bahía.
Karina no podía creerlo. Realmente había cruzado la frontera como si nada. Pensaba que tal vez el precio por este lujo le saldría caro, pero Bennet aún no la había logrado comprometerse con nada, así que le siguió el juego para ver hasta donde llegaba. Bennet estaba seguro que después de esto tendría a Karina comiendo de su mano. La subestimo.
Durante la cena platicaron de sus vidas personales. Bennet le contó acerca de su matrimonio fallido y Karina solo escuchaba sin hablar mucho. Al terminar la cena, mientras esperaban el carro en el valet parking Bennet fue informado del asesinato de El Mando. El Mando y Los Del Barrio no estaban en el radar de la DEA, pero su cercanía con Pedrito los había puesto en el radar de Bennet así que les seguía el rastro también.
“Al parecer mataron a un amigo tuyo.” le dijo Bennet a Karina.
“A cual amigo?” contestó Karina asustada mientras subían al carro de Bennet.
“A Armando, fue asesinado mientras salía del edificio verde.” informó Bennet.
Karina no logró aguantar las lágrimas. Todos Los Del Barrio eran como sus hermanos y les guardaba mucho cariño.
“Que!?..Pero como?” pregunto Karina.
Bennet aprovechó el momento de vulnerabilidad de Karina para tirar su oferta.
“Esta es tu oportunidad para alejarte de toda esa mierda, aca puedes empezar de nuevo. Yo estoy dispuesto a ayudarte.” le dijo Bennet mientras intentaba tomarla de la mano.
Karina, aunque devastada por la noticia, no se dejó convencer. Le exigió que la lleve a casa de El Mando donde supuso que estarían todos reunidos.
“Tienes que darme tiempo de pensarlo, no puedo tomar una decision asi no mas por que si.” Le dijo Karina para ganar tiempo. Tampoco quería decirle que no, quería ver qué más podía sacarle al oficial Bennet. Quería mantenerlo cerca en caso de que se llegara a necesitar.
Mientras el carro avanzaba por el freeway, Karina miraba la vista. El otro lado de la frontera era muy diferente a El Bordo. Si se miraba rehaciendo su vida de este lado, pero no con las condiciones que Bennet le ofrecía. Recordó su niñez con los del barrio. Cuando jugaban a ‘’La Traes” , a “Las Escondidas”. Desde entonces le gustaba Gonzalo. Siempre le gusto pasar más tiempo con él, pero todos habían crecido juntos. Realmente le dolía lo que le había sucedido a El Mando. Solo quería llegar al barrio y abrazar a todos.
Mientras tanto, en el barrio en casa de El Mando. Fler se alejó de todos para intentar llamarle a Karina. Se había preocupado después de que no llegara a casa de El Neto y no le contestaba las llamadas. Una amiga de Karina le marcó al Fler.
“Wey ahorita que venía subiendo vi el carro de Karina orillado en la calle subiendo del centro. Pero es una calle sola, me da miedo que algo le haya pasado algo, no me contestaba las llamadas y mire que dejó su celular en el carro, ella nunca haría eso, algo le paso Fler.” decía la amiga de Karina llorando. Después de la noticia de El Mando todos estaban preocupados.
El Fler le dijo a todos y se subieron a los carros. Los Del Barrio daban vueltas buscando a Karina. Fler, el Neto, el Chaky, y el Bimbo.
“Avisale a Pedrito perro, no vaya a ser la de malas y se la llevaron malandros.” decía Fler preocupado.
El Neto le marcó a Pedrito.
“Oye wey, no encontramos a Karina, quedo en llegar a la casa de mi ‘ama desde en la mañana y es hora que no se reporta. Su carro está estacionado ahí por el centro con sus cosas hasta su celular adentro.” dijo el Neto.
“No mames” contestó Pedrito.
El Neto no quiso decirle que le había marcado al Fler así que mintió.
“Yo estaba hablando con ella, me dijo que venía en camino y ya no llegó.” dijo El Neto.
“Su perra madre, déjame hacer unas llamadas.” dijo Pedrito enfurecido.
“Los del Sur han de estar detrás de todo este pedo” pensó.
Pedrito mandó un comunicado a todas las células del cartel. “El que tenga a Karina más vale que la devuelva sana y salva o va a valer verga” fueron sus palabras, pero nadie sabía nada.
Mientras tanto El Grande se reunía con el tío de él Toño para cobrar la recompensa por el Mando.
“Se pasó de lanza compar’e, tampoco era para que se lo chingara ahi afuera del edificio, no chingue.” bromeaba el Grande.
“Ya me urgía quitarme ese pendiente compa’re, mi hermana por fin ya va a poder dormir agusto. A sus órdenes y ya sabe, sobre los mugrosos de El Bordo. Que chingue a su madre ese pinche cholo de Pedrito, va a ser el primero que se va a ir va a ver.” decía el Tío del Toño, a quien en las calles le apodaban el Judas. Se había ganado ese apodo después matar a su compadre y quedarse con su parte.
“Tranquilo, tenemos que pegarles poco a poco para poder ganarles terreno...” decía el Grande cuando una llamada lo interrumpió. Era un número desconocido.
“Buenas noches Sub-Procurador, habla el Águila.” se escuchaba del otro lado del teléfono.
“A qué se debe el honor oiga.” contestó El Grande.
“Tengo unas cosas en una bodega para el lado de la presa. Le quiero dar un regalo por el favor que me hizo el otro día soltando a los detenidos con la avioneta.” decía El Águila refiriéndose a una detención que habían hecho los de la fiscalía en el valle donde había arrestado a 3 sujetos con 150 kilos de cocaína y confiscado una avioneta. El Grande los había dejado ir sin cobrar nada. Pero solo lo había hecho para ganarse la confianza de Don Aguila.
“No se preocupe, para eso estamos los amigos, no tiene nada que agradecer.” decía el Grande.
“Por eso mismo, le agradezco su amistad y como muestra le quiero dar un pequeño detalle.” dijo Don Aguila.
La ambición de El Grande le ganó. Don Águila no hablaba con cualquier persona directamente. Y era bien sabido que cuando Don Águila hacía regalos se lucía.
“Mandeme la dirección y le aviso cuando este llegando señor.” contestó El Grande.
Don Águila terminó la llamada y se comunicó con su sobrino.
“Dile a Pedrito que se aliste. Le voy a dar un regalo.”










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